domingo, 12 de febrero de 2012

¿Por qué todavía no somos iguales (derechos y deberes) dentro del aula?

Por aquel lejano primer trimestre, estudiando el tema de la nutrición pregunté a mis alumnos el plato típico de su país de origen (Rumania, Camerún, Brasil, Ecuador, España…). Cada uno de ellos explicó los ingredientes que se necesitan y cómo se prepara, pero mi sorpresa fue la respuesta de uno de ellos: “…conozco el nombre del plato, pero como soy hombre no sé cómo se cocina...las mujeres si saben porque ya nacen con ese conocimiento...” Fue tal mi desconcierto que tuve que buscar asiento, respirar e interiormente preguntarme cual era el motivo de dicha respuesta. Sabía que su origen era camerunés porque lo había dicho con anterioridad, pero hablaba perfectamente el idioma y a lo largo de los años se había adaptado muy bien al ritmo de vida catalán. Sin embargo, ¿por qué persisten en él connotaciones machistas? Sin ningún tipo de explicación inicial, supuse que en su contexto familiar y cultural todavía persistían estos prejuicios.


Así, después de un largo debate en el que participó entusiasmadamente todo el alumnado de la clase (y sobre todo las alumnas), explicó que esa postura era propia de su cultura y que para él no era descabellada. Asimismo añadió que era consciente que en el contexto social en el que ahora vive no tiene cabida. Con estas palabras, confirmo mi teoría.
El tipo de aula que existe en la actualidad es totalmente multicultural y al igual que hay muchas cosas favorables de las cuales todos podemos aprender, también persisten pequeños prejuicios que hay que eliminar. Para mí era una postura incomprensible, pues desde muy niña trabajamos en el aula (por aquel entonces la desaparecida EGB) la igualdad entre hombres y mujeres, pero ¿lo saben las nuevas generaciones?  En algunos casos todavía no lo tienen claro y por ello, independientemente de la materia de nuestra docencia, no tenemos que olvidar la educación en valores y trabajar todo este tipo de aspectos dentro del aula mediante el uso de debates, artículos, actividades transversales…  y consecuentemente, poder formar alumnos libres de denotaciones negativas.
La siguiente imagen muestra una intervención llevada a cabo en otro de mis grupos. Este grupo se caracterizaba por la incesante lluvia de insultos. Por ello implantamos un compromiso por el cual todos los presentes en el aula nos comprometíamos a NO INSULTARNOS durante las clases:
a

Así, procedimos a la firma del compromiso y para poder recordarlo nos pusimos la pulsera verde:

Ahora, en clase de Ciencias de la Naturaleza TODOS sabemos que no podemos insultarnos debido al compromiso que hemos adoptado. Y aunque a priori pareciese una tontería, el alumnado está siguiendo las pautas establecidas y su vocabulario ha cambiado.

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