viernes, 17 de febrero de 2012

¿Por qué tenemos que trabajar en grupo?

Desde pequeños nos han enseñado a ser independientes, a valernos por nosotros  mismos, a superar los obstáculos o simplemente a conseguir nuestro fin cueste lo que cueste… pero todo ello desde un perspectiva individualista y competitiva.
a

Ahora, la realidad en la que nos encontramos se nos exige trabajar en grupo, ya sea a nivel familiar, social o laboral. Por ejemplo: en casa las tareas y responsabilidades del hogar tienen que repartirse entre los miembros de la unidad familiar, pues todos trabajan fuera del hogar y del mismo modo en el campo laboral te exigen lo mismo, aunque en un primer lugar te exijan hundir a tus compañeros.
Si trasladamos esto a los centros educativos la historia se repite. En mi caso y como docente, tengo que admitir que no tengo queja a nivel de compañeros. Sin embargo, a nivel de aula si he visto reacciones contrarias a trabajar en grupo.
Los hechos evidencian que si un grupo de personas trabaja en equipo, trabajando todos juntos, poniendo en común sus ideas, comentado sus discrepancias… el producto que se obtiene es de mayor calidad, pero ¿sabemos trabajar en grupo?
En uno de los últimos trabajos que les encargué a mis alumnos, les pedía el diseño de una granja ecológica (equipamiento, productos prohibidos, técnicas de control…). Como se trataba de un trabajo complicado les marqué el número de persona por grupo pero la constitución de los miembros lo deje en sus manos. Sus caras eran de pánico, no paraban de murmurar, no paraban de moverse… y sólo una de las alumnas tuvo la valentía de levantar la mano. Sus palabras fueron: “…Seño… yo no quiero trabajar en grupo porque siempre me tocar hacer a mí el trabajo. No todas las personas del grupo trabajan igual, siempre hay alguien que se aprovecha del resto…”   ¡En ese momento vi toda mi represión saliendo del cuerpo de otra persona! Esa misma reacción es la que tenemos internamente cuando en magisterio el primer día de curso nos dicen: “Todos los trabajos se llevaran a cabo en grupo de 4-5 personas” e inocente de ti ni sabes dónde te estás metiendo ni las consecuencias que conllevará.
La realidad es que no sabemos trabajar en grupo ni a nivel de la ESO ni en la universidad. Cuando formas un grupo a priori no sabes si todos los miembros del grupo van a trabajar igual, si van a congeniar, si sus expectativas son las mismas… y cuando van apareciendo estas discrepancias es cuando el grupo se va segmentado, aparecen  rozaduras y posteriormente yagas que hacen que no nos soportemos ni seamos capaces de mirarnos a la cara sin discutir.
Supongo que no sabemos trabajar en grupo porque nadie nos ha enseñado y además la sociedad en la que vivimos ha fomentado la situación contraria: las rivalidades. Así, un buen foco donde actuar son las aulas de Educación Primaria, es decir, trabajar la cooperación pero desde muy pequeños la y de este modo conseguiremos instalarlo en nuestros hábitos rutinarios.


De este modo, a raíz de los problemas de cooperación dentro de mi aula y los que me planteo a nivel universitario, empecé a seguir a Pere Pujolás. Pujolàs es uno de los principales defensores del aprendizaje cooperativo como herramienta en la escuela inclusiva. Según sus palabras: ”La única manera de hacer posible aulas inclusivas, en las cuales puedan aprender juntos alumnos aunque sean muy diferentes, es estructurando en ellas el aprendizaje de forma cooperativa”. Y aunque no nos guste o no sepamos realizarlo, esto es así. Todos los alumnos son y somos diferentes y es cierto que para que toda la clase funcione tenemos que trabajar entre todos y por ello la mejor salida es el cooperativismo. Os adjunto un video donde podéis escuchar a Pujolàs hablando sobre este tema. Hay un comentario a lo largo del video que hizo reír muchísimo. En él  hablaba del trabajo cooperativo en la universidad y de la forma que tiene de entenderse a este nivel: en un grupo uno hace la pregunta 1, otro la 2, otro la 3… y así se reparten los trabajos. ¡Qué grande, no se equivoca!


"La capacidad de todos los alumnos de aprender a trabajar cooperativamente con los demás es la piedra clave para construir y mantener matrimonios, familias, carreras y amistades estables. Ser capaz de realizar habilidades técnicas como leer, hablar, escuchar, escribir, calcular y resolver problemas es algo valioso pero poco útil si la persona no puede aplicar estas habilidades en una interacción cooperativa con las otras personas en el trabajo, en la familia y en los entornos comunitarios. La manera más lógica de enfatizar el uso del conocimiento y las habilidades de los alumnos dentro de un marco cooperativo, tal como deberán hacer cuando sean miembros adultos de la sociedad, es dedicar mucho tiempo al aprendizaje de estas habilidades en relaciones cooperativas con los demás” (Johnson y Johnson, 1997, p. 62-63).


No hay comentarios:

Publicar un comentario