domingo, 19 de febrero de 2012

¿Por qué no los entendemos?

En mi primera sustitución, uno de mis alumnos tenía diagnosticado un trastorno que nadie se acordó de mencionar. A simple vista no hubiese sido capaz de darme cuenta, sin embargo dentro del aula lo acompañaba una persona adulta. Esta persona era una vetlladora y su función era velar por el bienestar de este alumno dentro del aula. Montse me explicó que Martí tenía síndrome de Asperger y que en ese momento del curso ya habían conseguido logros: aguantar toda la clase sin salir corriendo. En su presentación, también me preguntó si me molestaba que ella permaneciera en clase durante mis explicaciones, pues había profesores que no se lo permitían. ¿Por qué no iba a querer que ella estuviese en mis clases si era una ayuda extraordinaria para el niño?
Para aquellos que desconozcais qué es y qué conlleva este trastorno os escribo unas líneas que podéis seguir en la página de AUTISMO DIARIO:
“El síndrome de Asperger es un trastorno severo del desarrollo, que conlleva una alteración neurobiológicamente determinada  en el procesamiento de  la información.  La persona que lo presenta tiene un aspecto e inteligencia normal o incluso superior a la media, presenta un estilo cognitivo particular  y  frecuentemente,  habilidades especiales en áreas restringidas.
El síndrome de Asperger se  manifiesta de diferente forma en cada individuo pero todos tienen en común las dificultades para la interacción social, especialmente con personas de su misma  edad,  alteraciones de los patrones de comunicación no-verbal,  intereses restringidos , inflexibilidad cognitiva y comportamental,  dificultades para la abstracción de conceptos,  coherencia central débil en beneficio del procesamiento de los detalles, interpretación literal del lenguaje,  dificultades en las funciones ejecutivas y de planificación,  la interpretación de los sentimientos y emociones ajenos  y propios.
Supone una discapacidad para entender el mundo de lo social, que  se manifiesta al nivel de comportamientos sociales inadecuados proporcionándoles a ellos y sus familiares problemas en todos los ámbitos.  Los déficits sociales están presentes en los aspectos  del lenguaje,  las dificultades en el ritmo de la conversación y  es frecuente la alteración de la prosodia (entonación, volumen, timbre de voz, etc.) Asimismo, suelen estarlo  los patrones de contacto ocular,  gestual, etc.   En la mayoría de los casos dificultades en la coordinación motora.
Es un trastorno muy frecuente (de 3  a 7 por cada 1.000 nacidos vivos) que parece tener mayor incidencia en niños que niñas. Recientemente reconocido por la comunidad científica,  como entidad diferenciada del autismo, es todavía poco conocido entre la población general e incluso por muchos profesionales”.

Ayer, 18 de Febrero fue el día internacional del Síndrome de Asperger y me acordé de Martí, así como de otros niños que conozco que también tienen diagnosticado este trastorno.
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Mi estancia en el instituto de Martí fue corta, pero me dio tiempo de ver que era una gran personita. Un día en el autobús que me llevaba al centro se me acerco un niño y me dijo: “… hola seño!... y mi gran sorpresa fue que mi niño con problemas de interacción social se había levantado de su asiento y se había acercado a mí para saludarme. ¡Este tipo de detalles no tienen precio! Dentro de su gran mochila siempre llevaba un traje de Guardia Civil, pues eran sus ídolos y también su tesoro: muchísimas llaves de coches. En clase le costaba participar y a veces sus compañeros lo ponían un poco nervioso, pero con la ayuda de Montse todo volvía a la calma. Incluso recuerdo un día en el que todos juntos jugamos al ahorcado con palabras relacionadas con los reptiles y ¡hasta Montse quiso salir a la pizarra!
Aunque todo suene muy bien, siempre está la otra cara de la moneda. Son niños para comérselos, pero niños a los cuales hay que explicarles todo aquello que un niño sin el trastorno ve y aprende solo. No miden lo que dicen, porque no son capaces de prever la repercusión o consecuencias de sus actos o palabras. Por ello, la familia y los docentes juegan un papel fundamental. Hay familias que no son capaces reconocer que sus hijos puedan tener un trastorno y de esta manera no ayudan a sus hijos. Si su principal contexto rechaza la realidad, no serán capaces de abrirse camino en la vida y consecuentemente encontraran mayores dificultades y obstáculos en la sociedad. Desde fuera pueden parecer niños mimados y consentidos, pero son niños que no aprecian de igual modo las situaciones y por ellos necesitan muchas explicaciones para poder moverse en ellas.
Tengo un amigo que su hijo tiene este síndrome y me contó que un viernes fue a recoger a su hijo a la salida del colegio. Cuando se dio cuenta el director del colegio (también maestro de informática) salió del centro dando gritos con su hijo. Mi amigo entre gritos entendió que su hijo había buscado unas imágenes inadecuadas durante la hora de informática. Realmente, ¿alguien le había explicado a este niño que lo que estaba haciendo estaba mal? Pues no y lo más triste fue la reacción del director que si conocía el caso de este niño. ¿Dónde estaba la formación de este doncente? ¡Sin comentarios!    
Así, aunque no me podáis oír quiero levantar mi voz y quiero que me escuchéis: Madres, padres, familiares, docentes, amigos, compañeros, vecinos… TODOS podemos ayudar a nuestros seres queridos a entender la realidad. De esta manera, ¡nuestro mundo será el suyo!
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